En muchas ocasiones, la
importancia que tiene una sola película en la historia del cine, ya sea de la cinematografía
de un país o a nivel mundial, la convierten en un punto de inflexión que puede
llegar a trascender la propia calidad cinematográfica de dicho título. Este no
es el caso. A pesar del paso del cine coreano por diferentes festivales
internacionales, el cine comercial no conseguía traspasar fronteras. Los blockbusters que dominaban la taquilla y
el cine de entretenimiento provenían de Estados Unidos, pero en Corea existía
también este tipo de cine. La acción y el thriller
policíaco campaba a sus anchas por diversas décadas, sin hacer demasiado ruido
a nivel internacional, pero con talento suficiente para conquistar el mercado
internacional. El momento era más que propicio, ya que en 1997 Corea sufrió una
dura crisis económica que afectó a diversos países asiáticos, como Tailandia,
pero justo cuando terminaba el siglo XX, la recuperación comenzó y la industria
necesitaba insuflar oxígeno, y qué mejor que un blockbuster de alto presupuesto repleto de acción, pero con el
toque diferenciador coreano…

