Para plantear la trama, tenemos
el conflicto entre las dos Coreas de fondo, con infiltrados del Norte dispuesto
a usar un nuevo tipo de explosivo en el Sur, y los agentes secretos que
tratarán de impedirlo. Una historia que utiliza el conflicto de una forma
sencilla, pero eficaz, que va directa al grano, para desplegar una serie de
secuencias de acción de gran calidad, pero sin olvidar dar cierto trasfondo a
los personajes, al estilo de lo que se hace en muchos k-dramas, con subtramas
románticas entre diversos personajes y algunas dosis de drama.
Dos horas repletas de ritmo que usa un suceso real, una herida profunda de la sociedad coreana que sirve de telón de fondo para una historia de acción, algo que puede parecer arriesgado si se toma a la ligera, pero conociendo la cultura coreana y su exportación del hallyu, con la industria del entretenimiento integrada con el resto de conceptos culturales nacionales que son una marca de identidad del país, es toda una declaración de intenciones evitando una simple copia del cine norteamericano, haciendo suyos conceptos cinematográficos normalmente identificatorios de Estados Unidos.
Han Suk-kyu |
No sólo el presupuesto es
abultado. Asistimos a esta unión de conceptos como las buddy movie, el cine de espías y el de acción con el toque
político. Es obvio que tenemos además ciertos arquetipos, como el malvado
terrorista surcoreano y esa representación de lo que debía ser Corea del Norte.
La propaganda política se puede casi tocar, pero es lo mismo que la propaganda
norteamericana en este tipo de producciones, por lo que es entendible ver lo
mismo en otro país. Y claro, es una seña de identidad del pensamiento popular
de aquellos finales de los años noventa, que necesitaba urgentemente una
inyección de moral social, y qué mejor que en una película de estas
características.
Song Kang-ho |
Choi Min-sik |
Por ello, al margen del valor
histórico en el cine coreano y de la propia indudable calidad de la película,
supuso en cierta manera, el descubrimiento de dos monstruos de la interpretación.
También los premios recompensaron el resultado, como demuestran los conseguidos
para Kim Yunjin, que debutaba aquí,
como mejor nueva actriz, que repetiría en los Grand Bell Awards, entre otros, la edición o el guion, en los Korean Association of Film Critics Awards,
o los de mejor actor para Choi Min-sik en Cine21
como mejor actor del año. Premios, una estupenda taquilla que conseguiría
llegar a España en VHS antes de la explosión de cine coreano de los años 2000,
y abrió además la puerta a que la distribuidora catalana Filmax, que fue la que nos la trajo, comenzase a estrenar
diferentes películas de acción coreanas, algo que a mucha gente se le olvida,
pensando que Old Boy, que llegaba a
las pantallas españolas el 28 de enero de 2004.
Shiri no sólo representa ese golpe en la mesa demostrando que el
cine de entretenimiento no era de exclusividad norteamericano, que podían hacer
el mismo tipo de películas, pero añadiendo su personalidad. Un evidente punto
de inflexión en la historia del cine coreano, abriendo la puerta a un futuro
brillante que seguimos disfrutando actualmente con títulos estrenados en
plataformas de streaming, incluyendo
los k-dramas. Y ahora que este tipo de cine se llena de superhéroes y efectos
digitales, volver a verla, con sus explosiones, sus intrigas y persecuciones,
es sin duda una gozada. Una revitalización del cine coreano que sentaría las
bases para posteriores producciones, y cuyos ecos continúan escuchándose en la
actualidad.
IVÁN FERNÁNDEZ
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