El thriller es un género unido indisolublemente con Corea, y aunque en estos últimos años no hemos tenido un exceso de películas de este género, tanto en cines como en televisión han seguido apareciendo muestras de calidad. No obstante, tras la aparición de Train to Busan (2016), los zombies han irrumpido con fuerza. Por ello, dentro del festival existe la sección Thrillers y K-Zombies, con dos films del primer género, respaldado por dos películas con los muertos vivientes como protagonistas, demostrando que en un género tan agotado como el de los zombies, aún se pueden contar nuevas historias frescas y trepidantes.
Me and Me (2019) supuso el debut como director del actor Jung Jin-yeong, quien firma también el guion de un thriller diferente, con un fuerte contenido dramático que se basa en la interpretación de Cho Jin-woong (The Outlaws), un policía que investiga un incendio pero que, tras compartir con el pueblo donde ha ocurrido el crimen un fuerte licor, despertará como si fuese él el profesor muerto, junto a su mujer, en el incendio. A pesar de ser un thriller, el componente dramático es muy importante, junto a los giros de guion que buscan sorprender, lográndolo en mayor o menor medida. Busca además el no saber por dónde van a ir los tiros, presentando a unos personajes misteriosos que acentúan más el misterio casi sobrenatural que planea durante toda la película. De nuevo, la elección de este título demuestra que el género en Corea no intenta usar una fórmula repetitiva, ofreciendo así una película algo lenta a veces que alterna la propia intriga con elementos dramáticos de esos que es mejor no desvelar nada de cara al arco final del film. Puede que quien busque un thriller puro no lo encuentre y se decepcione, pero sin duda es un trabajo muy interesante y diferente sobre la pérdida de la personalidad y alejamiento de la realidad.
Y diferente también es Beauty Water (2020), adaptando el webtoon Tales of the Unusual y haciendo que debute en el terreno del largo Cho Kyung-hun. Una historia con la
obsesión por la belleza detrás de una historia macabra y siniestra, y que une
la animación en 2D con la de 3D. Una película independiente con tintes
grotescos pero una sólida trama dramática detrás, con esa oronda protagonista
que no se quiere a sí misma, además de ser una troll de internet hasta que un día será ella la protagonista de un
meme viral, haciéndola entrar en un mundo sórdido. Una doble crítica que se
acerca al cine de horror con una trama que avanza poco a poco, pero con algunos
giros y momentos que le dan cierto ritmo, evitando sumar tópicos terroríficos
para ofrecer así algo diferente, un juego de géneros con una atmósfera
enrarecida que abre el apetito de cara a las dos siguientes películas…
El director Yeong Sang-ho comenzaba su carrera en el terreno de la animación
con incómodas películas dramáticas con cierto componente turbio. Este universo
lo llevó a la imagen real con Train to
Busan (2016), reduciendo esa incomodidad, pero elevando el cine de zombies
para ofrecer una maravillosa película que ha barrido por donde ha pasado. Gong Yoo (Goblin) y su carisma, además
de su calidad dramática, junto a Ma
Dong-seok (Bad Boys), haciéndose ambos con la película y lanzando al
segundo al estrellato. Una historia terrorífica, con bastante drama, pero todo
bien mezclado, con un final emotivo pero esperanzador. Toda una obra de culto
inmediato repleta de acción y zombies de los que corren, aumentando la
sensación de agobio mientras hacemos el viaje a Busan, e un intento de escapar
de este apocalipsis. Pero el director no estaría mucho tiempo alejado de la
animación ya que un mes después de Train
to Busan, estrenaría en Corea, y en el resto del mundo, Seoul Station (2016), precuela animada
que no cuenta cómo surge el brote zombie. Curiosamente, en ella Sang-ho volvía
a presentar personajes más cercanos a The
King of Pigs (2011) y The Fake
(2013), sus anteriores trabajos animados. Un padre busca a su hija, metida en
la prostitución, mientras el brote zombie comienza, o eso parece, ya que aquí
tenemos, en contraposición con la anterior entrega, una historia social dentro
del inicio del apocalipsis zombie, con un cuidado trabajo de personajes y sus
miserias, así como el comportamiento humano dentro de situaciones límite, algo
que ya se podía ver en Train to Busan.
Pero aquí se convierte en algo más importante que los propios ataques de los
muertos vivientes, prescindiendo del impacto visual de la misma para centrarse
en los personajes. Este padre, con ese giro final inesperado, demuestra cierto
egoísmo de los individuos, aunque le persigan hambrientos zombies. De esta
forma, en el díptico zombie, y en espera del estreno inminente de la tercera
parte, Península, Yaong Sang-ho nos
ofrece diferentes visiones del comportamiento humano en medio de este apocalipsis,
distanciando estas dos primeras entregas, pero con una calidad innata. Y, ya
que estoy, es lo mismo que ha hecho con la mencionada Península, cambiando de nuevo el enfoque a esta aventura zombie y
experimentando así con los géneros, algo habitual en su filmografía.
IVÁN FERNÁNDEZ
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